La Cena de Awuletu intenta exhibir una pequeña parte de la cotidianeidad local a través de Awuletu Abdul Malik.

Awuletu Abdul Malik es una nacional de Benín que abandonó su país para refugiarse en Accra, capital de Ghana, donde reside desde hace 20 años.

Con una mirada seca que contrasta con su voz afable, Awuletu narra en unas cuantas horas parte de su vida desde que llegó a Ghana. Es claro que nada de lo que comparte la pone más feliz que cuando hace referencia a sus cuatro hijos: una adolescente de nombre Ayishetu y tres pequeños varones, Kassim, Malik y Mamudu. Ella los incentivan para ir a la escuela. “Yo nunca estudié. Creo que si ellos lo hacen podrán hacer más cosas que yo”, comenta Awuletu en su lengua natal, el kotokoli.

Awuletu se prepara para salir a comprar los ingredientes de la cena del domingo. El menú será algo de tuo-zaafi con salsa shito a base de sardina, un plato tradicional y consumido mucho en esta parte del país.

Como de costumbre, Awuletu hará sus compras en el mercado de Nima, el cual se encuentra a 20 minutos andando de su casa. Allí, visitará tres pequeños puestos que tiene todo lo que necesita, y también visitará a una joven vendedora a quien le compra su postre favorito suyo y de su familia, alasa o manzanas de estrella blanca. Awuletu gastará alrededor de 25 cedis o $100 pesos aproximadamente, suficiente para que ella y su familia tengan algo para cenar en los próximos dos o quizás tres días.

Awuletu trabaja en la calle vendiendo algunos cosméticos y comida; de vez en cuando también trabaja lavando ropa cuando en casas ajenas cuando se presenta la oportunidad. Entre ella y su esposo, quien trabaja como guardia de seguridad, perciben alrededor de 600 cedis o $2,500 pesos al mes.

A pesar de la pobreza relativa en la que vive con su familia, Awuletu representa una migrante más que ha venido a aportar no sólo con el trabajo que realiza diariamente, ya sea vendiendo productos varios o lavando ropa, sino que además la ha enriquecido a través de su bagaje cultural que la acompañó consigo hace dos décadas. No es coincidencia que Awuletu esté agradecida de vivir en Ghana. “Estoy contenta aquí, tengo a mis amigos y claro, a mi familia, suficiente, ¿o no?” Responde con una sonrisa mientras continúa cocinando la cena que ofrecerá a su familia esta noche.